martes, 16 de agosto de 2011

Segundo ejercicio del taller online: La Asamblea


 Lamentable fue mi participación, el descuido y las prisas me llevaron a tener un relato pobre y sin corrección, ahora los invito a que lo lean. Con la mano de mi editor Raúl a quedado de perlas.


La Asamblea.

      Fines de 2011
  
   — ¿Por qué estás aquí?  —me preguntó el que dirigía la asamblea.
     —Me han dicho que este es un buen lugar para desahogarse —le contesté jugueteando con mis dedos.
     —En efecto. Cuéntanos tu historia —dijo mirándome directo a los ojos.
     —Verán —dije—, los días de mi vida adulta pueden llegar a ser monótonos y aburridos, hay lugar para la cavilación y la remembranza, y es así como llegue a aceptar ciertas cosas en estos días. Esta es una historia real. Le paso a... un amigo.
     Fue así como comencé.

XX.XX.2000

     En el año dos mil solo contaba con diecisiete primaveras.
     Ambos fuimos invitados a una fiesta por una conocida —solo teníamos conocidos por esos tiempos—. Como todo adolescente, nos emocionó un poco la idea de convivir con chicas de nuestra edad; y el baile, que era una invitación a lo sexual, nos motivó a asistir. Pero, mientras todos bailaban, nosotros nos quedábamos platicando, de forma acalorada con Gerardo, quién llegaría a ser nuestro mejor amigo en los siguientes meses. Casi al final de la fiesta fue cuando «mi amigo» la vio. En un principio no sabía qué pensar de ella, nunca hubo una charla amena, presentaciones o risitas tontas. Sin más, lo vi lanzarse y tomarla con dulzura por el cuello, que empapado en sudor la mantenía fresca y fundió sus labios en la boca de La morena. Lo que ocurrió después no lo tengo claro, el padre tiempo hace que los recuerdos se tornen engañosos.
     Al despertar tenía un dolor de cabeza de los mil demonios, no sabía dónde me encontraba ni qué hora era. Tirado en el suelo se encontraba el cuerpo de la chica, ese que la noche anterior se veía vibrante y tentador. Ahora yacía sucio y sin vida ante nosotros. No hubo momento de reflexión —no a esa edad—, solo pánico.
     Entre la incipiente negrura de la madrugada, nadie notó lo que arrojamos al canal del desagüe y así nos deshicimos de la prueba del delito.

XX.XX.2002

     Todo transcurrió con tranquilidad hasta ese año, cuando lo volví a ver. Lo encontré en un bar cerca de la universidad. Estaba sentado a la barra, me dio mucho gusto verlo de nuevo, nos saludamos por el espejo que había detrás  del barman. Casi me dio un infarto al ver a la muchacha que tenía al lado, pensé que era aquella que arrojamos al desagüe, casi idéntica, tenía sus mismos rasgos, y al igual que aquella, lucía tentadora y apetitosa cubierta de sudor. Él se despidió con un guiño de ojo y tomó entre sus brazos a La rubia, salieron por la puerta de vaivén y con un giro en redondo me invitaron a acompañarlos.
     Poco recuerdo de esa noche, cada vez que lo intento solo tengo recuerdos borrosos. Veo sus manos y a su conquista —nuestra conquista—, que se deja llevar por las caricias, y más tarde, en un cuartucho de hotel de mala muerte, escondimos el cuerpo inerte de la víctima.

XX.XX.2003 al XX.XX.2007

     El remordimiento que pasé en ese hotelucho me duró poco y me supo más bien a nada, así que busqué a mi amigo porque tenía ganas de repetir la experiencia. Nos seguimos viendo durante todos esos años, fuimos a cada fiesta, bar y antro de la ciudad. Salíamos con extravagantes delicias, nacionales y extranjeras. Escapábamos de los hoteles abandonando sus cuerpos cual recipientes vacíos, lo que ellas fueron en vida, ahora estaba dentro de nosotros, de , pero queríamos más. Yo quería más.
     Ya no nos conformábamos con una sola presa, llegamos a obtener hasta cuatro al mismo tiempo, y eso nos extasiaba.
     Las consecuencias de esos actos llegaron pronto. La necesidad de tener alguna joven en nuestras manos era demasiada, perdimos nuestros trabajos y la familia replicaba. Entonces decidí no volver a ver a mi «socio» hasta que las cosas se calmaran.

XX.XX.2010 a principios de 2011

     Conseguí un nuevo empelo casi de inmediato, el viaje en autobús podía llegar a ser eterno; nunca se me ocurrió que podríamos encontrarnos en uno de ellos, pero así fue. Lo vi subir campante y lozano con una compañía más que agradable; más bien sería un «presente» interesante. Era pequeña, brillante y elegante, parecía inagotable y actuaba de la manera que le pidiéramos: fuerte, suave, dulce o amarga. Pasé incontables viajes acariciándola y besando su boca, que, aunque siempre estaba fría, lograba calentar con mis labios ansiosos por saborear su contenido.  Mis  torpes manos terminaban empapadas en sus deliciosos jugos, que llegaba a lamer sin pudor frente a los pasajeros del autobús. Los demás no importaban, solo nosotros y nuestra compañera.

Fines de 2011

     —Dejó de importarme el trabajo, solo me importaba ella para uso exclusivo de mi propiedad. Aun así seguí presentándome hasta que el jefe descubrió mi conducta inadecuada dentro del área laboral —dije a la audiencia que se pasó la lengua por los labios al terminar de oír las últimas palabras de mi experiencia.
     — ¿Él te mandó aquí? —preguntó a mi espalda, con un tono nervioso, el director de la asamblea.
     —Efectivamente —contesté, mientras tomaba valor para decir esa letanía que todo ellos han de admitir y la cual me costó tanto reconocer—. Hola, me llamo Luis y soy alcohólico.

3 comentarios:

  1. Este fue uno de mis favoritos... lástima que sólo te dan 3 "Me Gusta"... bien hecho!

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  2. No vi que habías comentado Shely, muchas gracias, a ver como nos va en el 4to ejercicio.

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  3. Nada de editor, Pepe, amigo. Solo amigo. Tu relato es muy bueno.

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